-
Origen y presencia en Caravaca de la Cruz
-
El leño de la Cruz que se conserva en Caravaca es un símbolo cristiano que representa el contenido del mensaje y acción de Cristo.
Se trata de una cruz oriental, procedente de Jerusalén, de una reliquia medieval y patriarcal, custodiada en esta ciudad, primeramente por la Orden del Temple y posteriormente por la de Santiago, y de una narración milagrosa de su presencia en el enclave caravaqueño. Es por esto que se recitaba popularmente por los limosneros desde el siglo XIII el milagro de la Aparición de la Cruz durante la Misa del sacerdote Chirinos, y así se escribe en la primera narración escrita y en las posteriores obras sobre la ciudad: como el misterioso Aparecimiento, destacándose su fuerza protectora y abarcadora. Su fama de portentosa y milagrosa, y de ser un símbolo especial atrae a numerosos visitantes.
-
Características de la Cruz de Caravaca
-
Es un “lignum crucis”, es decir, un trozo de madera perteneciente al leño donde fue crucificado Cristo. Se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal (el superior de 7 cms. y el inferior de 10 cms.) y uno vertical (de 17 cms.). No debe confundirse el relicario exterior con la reliquia interior. La procedencia de la Cruz es oriental. Según la tradición perteneció al patriarca Roberto de Jerusalén. Fue éste el primer obispo de la Ciudad Santa, una vez conquistada ésta a los musulmanes en la primera cruzada (1099).
Ciento treinta años más tarde, en 1230, durante la estancia en Jerusalén del emperador Federico II, un obispo sucesor de Roberto en el patriarcado, fue el protagonista que portaba la Reliquia que, dos años más tarde estaba en Caravaca.
El símbolo caravaqueño tiene forma de cruz pectoral; los patriarcas la usaban como un distintivo de su cargo jerárquico correspondiente a diócesis y a obispados que, por su antigüedad y prestigio, merecían esta distinción con un grado de honor y también de jurisdicción sobre amplias demarcaciones eclesiásticas. La característica patriarcal viene a dar una mayor importancia al símbolo caravaqueño. Significa una garantía y aval histórico por su origen y conservación prestigiosa.
Esta Cruz, desde antaño, ha sido reconocida por la Iglesia Católica como “Vera Cruz” (Verdadera Cruz), otorgándosele bulas e indulgencias a los peregrinos que iban a adorarla. Asimismo la Iglesia le concedió en 1.794 el Culto de Latría (equivalente al que recibe el Santísimo Sacramento).
-
Tradición del misterioso Aparecimiento
-
Según la tradición histórica local, la presencia de la Cruz en la fortaleza caravaqueña data del año 1232, como fecha más probable.
La tradición histórica local nos habla sobre el origen de la Reliquia (“lignum crucis”) en el Castillo-Alcázar de Caravaca, narrando los pormenores de su misteriosa aparición en la fecha del 3 de mayo de 1232. Es, pues, en pleno territorio y dominación musulmana, cuando se narra el hecho que podemos sintetizar así: el territorio caravaqueño había sido conquistado por el sayid almohade de Valencia, Abu-Zeit. Entre los cristianos que había prisioneros estaba el sacerdote Ginés Pérez de Chirinos que, venido de Cuenca, predicaba el evangelio a la morisma. El sayid interrogó a los cautivos sobre sus respectivos oficios. El sacerdote contestó que el suyo era decir Misa, suscitando la curiosidad e interés del musulmán, el cual dispuso lo necesario para presenciar dicho acto litúrgico. Traídos los ornamentos de tierras cristianas (Cuenca), empezó a celebrarse la liturgia en el salón principal del Alcázar. Al poco el sacerdote se detuvo y dijo que no podía continuar por faltar en el altar el símbolo de un crucifijo, sin el cual no se podía oficiar. Y fue al momento cuando, por la ventana del salón, dos ángeles transportaron un “lignum crucis” que depositaron en el altar, y así se pudo continuar la Misa. Ante la maravillosa aparición, el sayid y toda la corte se bautizaron.
-
El sentido de los dos ángeles portadores del Lignum Crucis
-
La presencia en las narraciones de la Cruz de dos ángeles portadores obedece, sin duda, a la importancia y rango superior que tenían las reliquias del “leño de la Cruz” dentro del abundante campo de reliquias que existía en la cristiandad durante los siglos X-XV. Se asocian naturalmente las figuras de ángeles con la reliquia más sagrada relacionada directamente con Cristo. Se creó una tipología propia del relicario consistente en una cruz en cuyo interior se alojaba la reliquia. Esta forma proviene de Oriente, del mundo sirio-bizantino y se llamó “stauroteca” (lugar o depósito de la Cruz), flanqueada a menudo por dos ángeles protectores. Esta tipología bizantina tuvo una gran influencia en Europa. El conjunto se formaba por una caja rectangular con ángeles guardianes en los laterales. Así existe este tipo en San Marcos de Venecia (años 1206-16) y en la cruz de Scheyern de Alemania.
La Cruz de Caravaca en su forma conjunta obedece a este tipo, con la caja donada por Suárez de Figueroa en el siglo XV y con el relicario interior de doble brazo, aunque aquí los ángeles no son guardianes o protectores, sino portadores situados en los dos lados inferiores en actitud de transportar, descendiendo la Santa Reliquia.
-
Las Órdenes Militares y la Cruz de Caravaca
-
El Temple estuvo en Caravaca alrededor de 46 años (1266-1312), según la teoría históricamente más probable y segura. Aquí se constituyó una amplia circunscripción que abarcaba un extenso territorio con otros castillos dependientes del templario caravaqueño. Lo importante es constatar la relación estrecha de la Cruz con esta famosa Orden Militar que se fundó en la Edad Media, precisamente en Jerusalén como su primer enclave, y cuyo origen oriental añade una nota de mayor atractivo histórico al emblema de Caravaca. La demarcación caravaqueña fue, por otra parte, uno de los últimos reductos del mundo en el que la Orden se aposentó, cuando ya estaba casi acabada su presencia en Oriente.
Años más tarde (1344) el monarca Alfonso XI cede Caravaca a la Orden de Santiago. A lo largo de casi cinco siglos y medio la zona caravaqueña, junto con la fortaleza y custodia de la Cruz, fue encomendada a esta Orden. Así, la vinculación de Caravaca y Santiago fue un hecho que configuró el devenir de esta parte de la frontera. Es conocida la larga lista de comendadores que se sucedieron y los acontecimientos que tuvieron lugar.
Su larga presencia ha vinculado estrechamente a la Cruz con la Orden de Santiago. Todo el posterior desarrollo ritual y acontecimientos importantes han tenido lugar bajo su custodia. El emblema de la Cruz de Santiago campea en toda la ciudad.
-
Reconocimiento oficial de la Cruz de Caravaca por parte de la Iglesia
-
Desde época muy temprana hay un reconocimiento oficial por parte de la Iglesia hacia la Cruz de Caravaca. Así consta en varias bulas y documentos por los que se conceden privilegios e indulgencias a los peregrinos que adoren la Reliquia, visitando la Capilla de la Vera Cruz.
Muchos pontífices han concedido gracias e indulgencias a la Cruz, como consta por escritos y bulas que existen en el archivo de la Real Capilla del Santuario. Podemos citar, entre otros, la bula del Papa Clemente VII (1392). Este documento es curioso por haberse otorgado por un Papa de Avignon (Francia) durante el cisma de Occidente, cuando la cristiandad estaba dividida en dos partes por la existencia de dos Papas: uno en Francia y otro en Roma.
Después podemos enumerar el decreto de Clemente VIII (1597), el de Paulo V (1606), las bulas de los Papas Alejandro VIII (1690) y Clemente XI (1705). El 1736 se concede a la Cruz de Caravaca el Culto de Latría (culto que sólo se debe a Dios).
El nombre oficial con el que se denomina a la Reliquia en los documentos es el de “Vera Cruz”, nombre bien significativo, relacionado con el Temple, pues en donde hubo templarios aparece frecuentemente el título de Vera Cruz.
Este título vino a relacionarse más íntimamente, con caracteres de nombre propio y distintivo, a la Cruz de Caravaca. Desde la Edad Media se la conoce con este nombre específico: la Vera Cruz de Caravaca, es decir la verdadera cruz. Así consta en los documentos oficiales para denotar su origen y distinguirla de las falsas reliquias que pululaban por todas partes en la época de peregrinaciones.
El título de vera, junto con el de santa solamente se aplicaba al leño de Jerusalén encontrado en el siglo IV por Santa Elena, así como el que fue llevado a Constantinopla. Así, la denominación de “Vera” que tiene la Cruz de Caravaca, otorgada por los documentos eclesiales, le da a la misma un reconocimiento y categoría especial.
El dato que nos proporciona un documento del archivo de la Catedral de Murcia (año 1285), en el que se describe el escudo de Caravaca con la cruz campeando sobre una vaca, nos lleva a admitir sin duda que la Cruz está presente en la mente popular ya en pleno siglo XIII, pues esto fue lo que indujo al Concejo Municipal a adoptar la cruz en el escudo de la ciudad.
-
Difusión de la Cruz de Caravaca en el mundo
-
Una vez finalizada la frontera con Granada (1492), observamos la rápida difusión que experimentó el conocimiento, devoción y fama de la Cruz, aureolada por su anterior trayectoria y por su presencia de 250 años. A esta mayor difusión contribuyó, sin duda, el auge de la monarquía española y la proyección occidental que experimentó la política y dominio español. Nos situamos en los reinados de los Reyes Católicos, de Carlos I, Felipe II y siguientes reyes de los Austria. A nuestra ciudad vienen numerosas órdenes religiosas. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, el cual estuvo siete veces en nuestra ciudad, fundan conventos en Caravaca.
Familias nobiliarias llenan las mansiones que afloran por las nuevas calles fuera de las murallas del recinto medieval. Frailes misioneros, procedentes de las residencias ubicadas en esta ciudad, llevaron la noticia, devoción y reproducciones de la Cruz más allá de la península a tierras del Imperio, en América y Europa, y a otras residencias de sus respectivas órdenes.
El antiguo carácter épico de confrontación con el moro, típico de la época de frontera, desaparece para dar lugar a otro aspecto más devocional y misionero de la Cruz, sin perder su aureola de Cruz milagrosa que realizaba portentos y ayudaba en los momentos difíciles. El antiguo carácter peregrinante de la Cruz se formalizó con la concesión de jubileos especiales concedidos a los visitantes del recinto donde se encuentra la Reliquia, nuevos rituales nacieron, se construyó el Santuario y las fiestas en su honor se incrementaron con esplendor.
Con el trasiego de aquella época un conjunto de numerosos eclesiásticos, civiles y militares partieron de España y Caravaca a las más diversas partes del mundo; prelados que marchaban a las Indias, militares enrolados en los tercios españoles, hombres que ocupaban cargos eminentes en la Corte y en los Consejos Reales. Con ello, el área de expansión devocional de la Cruz creció rápidamente, abarcando los confines del Imperio donde no se ponía el sol y llegando con la acción misionera a los más remotos rincones del orbe, siendo por tanto una Cruz muy conocida desde siempre en un gran número de países del mundo.
-
La tradición social de regalar cruces de Caravaca
-
El regalo de la imagen de la Vera Cruz (Cruz Verdadera), es una costumbre generalizada en Caravaca desde al menos el siglo XVI, fecha en que se tiene constancia documental de haber regalado las Monjas Carmelitas de nuestra ciudad una Cruz a Santa Teresa, (Cruz que actualmente se encuentra en el Convento de Carmelitas Descalzas de Bruselas, Bélgica). Posiblemente este detalle social se practicara con anterioridad a 1576, fecha en que la santa de Ávila afirma en una carta a la madre María de San José , priora del convento de Sevilla, haber recibido una Cruz de Caravaca como regalo de sus monjas de aquí.
Desde el nacimiento a la muerte, pero sobre todo en el momento de la declaración sentimental, la entrega de la Cruz es símbolo de cariño, de paz y de amor entre los hombres.
-
Los rituales de la Cruz
-
En el período de final del siglo XIX y principios del XX queda estructurado el esquema de los rituales existentes hoy día, surgidos en torno a la Cruz, y cuyo cumplimiento constituye la base y el armazón de las fiestas conmemorativas actuales.
Son nueve los rituales propiamente religiosos y en todos ellos la Reliquia interviene directamente, realizando el rito. Por su orden de desarrollo tal y como se realizan anualmente en las fiestas de mayo, y no por el de su importancia y antigüedad, son los siguientes:
- Misa conmemorativa de la aparición de la Cruz.
- Bendición del vino. Primer baño de la Cruz.
- Bendición de las flores. Rito unido al del vino.
- Acta de entrega, salida y procesión de bajada de la Cruz.
- Misa solemne en la festividad del hallazgo de la Cruz.
- Procesión de ida al bañadero. Parlamento anterior a la bendición de las aguas.
- Baño de la Cruz en el agua.
- Cruz de impedidos.
- Procesión de subida de la Cruz al Santuario. Bendición de los campos y la naturaleza.
La ofrenda floral del día 1 de mayo no la consideramos como un ritual independiente, pues las flores quedan sin bendecir y está unida simbólicamente a la bendición de las flores del día siguiente.